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Casi nada de lo que hoy se conoce como "poesía" existiría -puede decirse- sin el antecedente de Arthur Rimbaud, un poeta cuya obra compite en originalidad con su biografía y con la leyenda tejida entre ambas. Nacido en 1854 en la pequeña ciudad francesa de Charleville, Rimbaud escribió toda su obra entre 1869 y 1872. A los 19 años había abandonado ya la literatura para emprender una vida de viajero y comerciante que concluyó con su muerte en 1891. Bastaron cuatro años para producir una poesía que a partir del simbolismo y el parnasianismo de su época ingresó casi desde un principio en formas de expresión audaces, violentas e incomprensibles en buena medida aún para las actuales costumbres de lectura. Asperos, revulsivos, a menudo herméticos y cargados de una fuerza inusitada, basándose en una actitud que él denominaba "un largo, inmenso y razonado desarreglo de todos los sentidos", los poemas y las prosas poéticas de Rimbaud (entre las que se destacan Iluminaciones y Una temporada en el infierno) implican, para el lector que se aventure, una experiencia espiritual donde la locura parece estar acechando o, al menos, la concepción de lo habitualmente conocido como "racionalidad" no puede sino entrar en crisis.De ahí que se lo considere un precursor del surrealismo y de la mayor parte de las vanguardias del siglo XX, tanto como la imagen de adolescente rebelde e iracundo, blasfemo en cierto modo místico ha servido para ver en Rimbaud a un adelantado del anarquismo, el comunismo, el movimiento hippie o la transgresión punk. Las interpretaciones de su obra son abundantes y dispares, en general tendientes a la elaboración de un culto donde la imagen del poeta "maldito" en pugna a muerte con la sociedad se impone como un modelo de sabiduría suprema. Con Rimbaud, ciertamente, queda fundada una concepción de la poesía como compromiso total del espíritu, búsqueda de una plenitud sin recateos que cuestiona radicalmente la racionalidad del mundo moderno: puede aceptársela o no, pero no sin reconocer que sus consecuencias en cuanto a la apertura de nuevas posibilidades para la escritura poética han sido y siguen siendo infinitas. El 15 de mayo de 1871 Arthur Rimbaud escribió a su amigo Paul Demeny una carta que se ha vuelto célebre bajo el nombre de "Carta del vidente" en la que, intempestivamente, decide comunicarle algunos descubrimientos obtenidos durante arduas y prolongadas reflexiones que consideraba fundamentales. "Es preciso ser vidente, hacerse VIDENTE", escribe allí, para luego anunciar que el verdadero poeta es "el gran enfermo, el gran criminal, el gran maldito" y "el supremo Sabio", puesto que "llega a lo desconocido'. Se trata, de hecho, del definitivo manifiesto fundador de la poesía moderna. La independencia de la poesía de la institución literaria, la necesidad de un lenguaje que se adelante a los códigos de la época y a la noción corriente de comunicabilidad, la concepción de la poesía como experiencia y como modo de vida, entre otras decisivas cuestiones aún vigentes como tema de debate, aparecen en ese texto que proclama como tarea fundamental "la invención de lo desconocido". Rimbaud establece la distinción entre poesía y "prosa rimada" para advertir que ya no se trata de una cuestión de género literario sino de actitud o, en todo caso, de lenguaje, y proclama "la poesía no rimará más la acción: estará antes que ella". Si es cierto que expresiones como "Yo es otro" han sido objeto de las más diversas exégesis, también corresponde notar que, sean cuales fueren los puntos de vista, virtualmente nada hay en la Carta que no tienda a afirmar la idea de autonomía del lenguaje y el pensamiento políticos, sobre la que se basan el grueso de la poesía y los textos sobre poesía escritos en este siglo, quizá a la manera de un nuevo dogma.
CARTA DEL VIDENTE A PAUL DEMENY Charleville,15 de mayo de 1871
He resuelto darle una hora de literatura nueva. Comienzo a continuación por un salmo de actualidad: CHANT DE GUERRE PARISIEN He aquella prosa sobre el porvenir de la poesía: Toda la poesía antigua confina con la poesía griega, Vida armoniosa. -De la Grecia al movimiento romántico -edad media- hay letrados, versificadores. De Ennius a Theroldus, de Theroldus a Casimir Delavigne, todo es prosa rimada, un juego, apoltronamiento y gloria de innumerables generaciones idiotas: Racine es el puro, el fuerte, el grande. -Que se hubiese soplado sobre sus rimas, embrollado sus hemistiquios, el Divino Tonto sería hoy tan ignorado como el advenedizo autor de Origenes. -Después de Racine, el juego enmohece. ¡ Ha durado dos mil años! Ni broma, ni paradoja. La razón me inspira más certidumbre sobre la materia como si nunca hubiese sentido cólera un Joven Francés. Por lo demás, que sean libres los nuevos de execrar a los antiguos: se está en su casa y se tiene tiempo. Al romanticismo no se le ha juzgado nunca bien. ¿Quién lo habría juzgado? ¡Los Críticos! ¿Los Románticos? que tanto prueban que frecuentemente la canción es tan poco la obra, es decir, el pensamiento cantado y comprendido del cantante. Puesto que Yo es otro. Si el cobre se despierta clarín, no es por su culpa. Me es evidente esto: asisto a la eclosión de mi pensamiento: lo miro, lo escucho: doy un golpe con el arco del violín: la sinfonía se mueve en las profundidades o sube de un salto a la escena. ¡Si los viejos imbéciles no hubiesen encontrado del Yo más que la significación falsa, no tendríamos que barrer estos millones de esqueletos, que, desde un tiempo infinito, han acumulado los productos de sus inteligencias miserables, aclamándose autores! En Grecia, dije, versos y liras, ritmos: la Acción. Después, música y rimas se hacen juego, recreo. El estudio de este pasado encanta a los curiosos: muchos se regocijan renovando estas antigüedades: son para ellos. La inteligencia universal ha lanzado siempre sus ideas naturalmente: los hombres juntan una parte del fruto del cerebro: se utiliza el cerebro y se escriben libros: tales la marcha del hombre poco cultivado, no despierto aún, lejos de la plenitud del gran sueño. Funcionarios, escritores. Autor, creador, poeta, ¡este hombre nunca ha existido! El primer estudio del hombre que quiere ser poeta es su propio conocimiento, entero. Él busca su alma, la inspecciona, la tienta, la comprende. Desde que la conoce, debe cultivarla: esto parece simple: en todo cerebro se cumple un desarrollo natural: ¡ tantos egoístas se proclaman autores; hay tantos otros que se atribuyen su progreso intelectual! Pero se trata de hacer el alma monstruosa; a semejanza de los comprachicos, ¡Y qué! Imagínese un hombre injertándose y cultivándose verrugas en la cara. Digo que es preciso ser vidente, hacerse VIDENTE. El poeta se hace vidente por un largo, inmenso y razonado desarreglo de todos los sentidos. Todas las formas de amor, de sufrimiento, de Iocura; el busca por si mismo, agota en si todos los venenos para no guardar de ellos sino las quintaesencias. Inefable tortura para la que se tiene necesidad de toda la fe, de toda la fuerza sobrehumana, en la que él llega a ser entre todos el gran enfermo, el gran criminal, el gran maldito ¡ Y el supremo Sabio! --. ¡Puesto que Ilega a Io desconocido! ¡ Puesto que cultiva su alma, ya rica, más que nadie! Llega a Io desconocido, y cuando, enloquecido, terminará por perder la inteligencia de sus visiones, ¡Él las ha visto! ¡Que reviente en su salto por las cosas inauditas e innumerables: vendrán otros horribles trabajadores; empezarán por los horizontes donde el otro se ha hundido! -La continuación dentro de seis minutos- Aquí intercalo un segundo salmo fuera de texto: le ruego tender un oído complaciente, y todo el mundo estará encantado. -Arco en mano, comienzo: MES PETITES AMOUREUSES Helo aquí. Y note bien que si no temiese hacerle desembolsar más de 60 céntimos de franqueo -yo, pobre despavorido que, desde hace siete meses, no tengo un céntimo!-, Señor, ¡le entregaría aun mis Amantes de París, cien hexámetros, y mi Muerte de París, doscientos hexámetros! -Continúo: Pues el poeta es verdaderamente ladrón de fuego. Está cargado de humanidad, aun de animales; deberá hacer sentir, palpar, escuchar sus invenciones. Si Io que trae de allá abajo tiene forma, él da forma; si es informe, él da Io informe. Encontrar una lengua. Por Io demás, siendo idea toda palabra, ¡llegará el tiempo de un lenguaje universal! Se necesita ser académico - más muerto que un fósil- para completar un diccionario
de
cualquier lengua que sea. ¡Los débiles se pondrán a pensar sobre la primera
letra del alfabeto, y echarán a rodar hacia la locura! Esta arenga será del
alma para el alma, resumiendo todo, perfumes, sonidos, colores, pensamiento
enganchando y atrayendo pensamiento. ¡El poeta definirá la cantidad de
desconocido despertándose en su tiempo, en el alma universal, dará algo más
que la fórmula de su pensamiento, que la anotación de su marcha al Progreso!
¡Enormidad Ilegando a ser norma absorbida por todos, será verdaderamente un
multiplicador de progreso! Este porvenir será materialista, ya lo verá.
-Siempre lleno de Número y de Armonía, los poemas se harán para permanecer.
-En el fondo, esto será aún poco la Poesía griega. El arte eterno tendrá sus
funciones, como los poetas son ciudadanos. La poesía no rimará, más la acción:
estará antes que ella. ¡Estos poetas! Cuando esté quebrada la infinita
servidumbre de la mujer. Cuando ella viva por ella y para ella, el hombre -hasta
aquí aborrecible-, habiéndola libertado ¡ella será poeta también! ¿La
mujer encontrará Io desconocido? . Sus mundos de ideas diferirán de los
nuestros? ¿Ella encontrará cosas extrañas, insondables, repugnantes,
deliciosas, nosotros las tomaremos, las comprenderemos? Esperando esto,
pediremos al poeta algo nuevo: ideas y formas. Todos los hábiles creerán bien
pronto haber cumplido con esta petición: -¡ no es eso! Los primeros románticos
fueron videntes sin darse cuenta de ello: el cultivo de sus almas comenzó con
accidentes: Iocomotoras abandonadas, pero quemantes, que estuvieron algún
tiempo en los rieles. -Lamartine es algunas veces vidente, pero estrangulado por
la vieja forma. -Hugo, demasiado testarudo, ha VISTO bien en los últimos volúmenes:
Los Miserables es un verdadero poema. Tengo Los Castigos en mi mano; Stella dá
aproximadamente la medida de la vista de Hugo. Demasiado Belmontet y Lamennais,
Jehovás y columnas, viejas enormidades reventadas. ¡Musset es catorce veces
execrable para nosotros, generaciones dolorosas y presas de visiones -a las que
su pereza angélica ha insultado! ¡Oh, los cuentos y los proverbios insulsos!
¡Oh Nuits, oh, Rolla, oh, Namouna, oh, La Coupe! todo es francés, es decir,
odioso en sumo grado; francés, ¡no parisiense! ¡Todavía una obra de este
odioso genio que inspiró a Rabelais, a Voltaire, a Jean La Fontaine, comentado
por M. Taine! El espíritu de Musset, ¡primaveral! Su amor, ¡encantador! ¡He
aquí la pintura al esmalte, la poesía sólida! Se saboreará por largo tiempo
la poesía francesa, pero en Francia. Todo mozo de almacén está en situación
de volver a devanar un apóstrofe de Rolla, todo seminarista lleva quinientas
rimas en el secreto de una libreta. A los quince años, estos arranques de pasión
ponen en celo a los jóvenes; a los dieciséis años, aún a los diecisiete,
todo colegial que tiene los medios, ¡hace el Rolla, escribe un Rolla! Quizá si
todavía algunos mueren al hacerlo.Musset no supo hacer nada, tenia visiones
detrás de la gasa de las cortinas; cerró los ojos. Francés, fatuo, arrastrado
del café al pupitre del colegio, el buen muerto está muerto, y, en Io
sucesivo, ¡no nos demos el trabajo de despertarlo para nuestras abominaciones!
Los segundos románticos son bastante videntes. Theophile Gautier, Leconte de
Lisle, Theodore de Banville. Pero inspeccionar Io invisible y escuchar Io
inaudito es distinto que recuperar el espíritu de las cosas muertas. Baudelaire
es el primer vidente, rey de los poetas, un verdadero Dios. Sin embargo, vivió
en un medio demasiado artístico; y la forma, tan alabada en él, es mezquina.
Las invenciones de Io desconocido reclaman formas nuevas. Despedazados en las
formas viejas: entre los inocentes, A. Renaud -hizo su Rolla-, L. Grandet -hizo
su Rolla-; los galos y los Musset, G. Lafenestre, Coran, C. L. Popelin, Soulary,
L. Salles; los escolares, Marc, Aicard, Theuriet; los muertos y los imbéciles,
Autran, Barbier, L. Pichat, Lemoyne, los Deschamps, los Des Essarts; los
periodistas, L. Cladel, Robert Luzarches, X. de Ricard; los fantasistas, C. Mendés;
los bohemios; las mujeres, los talentos, León Dierx y Sully-Prudhomme, Coppée.
-La nueva escuela, Ilamada parnasiana, tiene dos videntes, Albert Mérat y Paul
Verlaine, un verdadero poeta. -Es todo. Así yo trabajo por volverme vidente. -y
terminemos con un canto piadoso. ACCROUPISSEMENTS Sería execrable si no me
respondiese usted: rápido, ya que dentro de ocho días estaré en París, quizá.
Hasta luego.
A.
RIMBAUD
Vocales Sensación Un sueño para el invierno La estrella lloró rosa
El durmiente del valle Soneto al agujero del culo (Rimbaud - Verlaine)
A
negro, E blanco, I rojo, U verde, O azul: vocales,
diré algún día vuestros nacimientos latentes:
A, negro corsé velludo de las moscas brillantes
que zumban alrededor de hedores crueles,
golfos
de sombra ; E, candor de los vapores y de las tiendas,
lanzas de los glaciares orgullosos, reyes blancos, escalofríos de umbelas;
I, púrpura, sangre escupida, risa de labios bellos
en la cólera o en las borracheras penitentes;
U,
ciclos, vibraciones divinas de los mares verdosos,
paz de las dehesas sembradas de animales, paz de las arrugas
que la alquimia imprime en las grandes frentes estudiosas;
O,
supremo clarín lleno de estridencias extrañas,
silencios atravesados por mundos y por ángeles:
-O el Omega, ¡rayo violeta de sus ojos!
En
las tardes azules de verano, iré por los senderos,
picoteado por los trigos, pisoteando la hierba menuda:
Soñador, sentiré la frescura en mis pies.
Dejaré que el viento bañe mi cabeza desnuda.
No
hablaré, no pensaré en nada:
Pero el amor infinito montará en mi alma,
e iré lejos, bien lejos, como un bohemio,
por la naturaleza, –feliz como con una mujer.
(Marzo
1870)
En
el invierno, iremos en un pequeño vagón rosa
con cojines azules.
Estaremos bien. Un nido de besos locos reposa
en cada rincón mullido.
Tú cerrarás los ojos, para no ver, tras el cristal,
gesticular a las sombras de la tarde,
esas monstruosidades malignas, populacho
de demonios negros y de lobos negros.
Entonces
sentirás la mejilla arañada...
un pequeño beso, como una araña loca,
te correrá por el cuello...
Y tú me dirás: «¡Buscala!» inclinando la cabeza,
–Y nos tomaremos tiempo para encontrar a esa bestia
–que es muy viajera...
La
estrella lloró rosa al corazón de tus orejas,
el infinitó rodó blanco de tu nuca a tu espalda,
el mar adornó con perlas rojas tus senos bermejos
y el hombre sangró negro en tu flanco soberano.
Es
una hondonada de verdor donde canta un río
prendiendo locamente en la hierba jirones
de plata; donde el sol, de la montaña orgulloso,
brilla: es un pequeño valle que riela de luz.
Un soldado
joven, boquiabierto, la cabeza desnuda,
y la nuca bañada por el fresco berro azul,
duerme; está tendido sobre la hierba, bajo el cielo,
pálido sobre su lecho verde donde llueve la luz.
Los pies en los gladiolos, duerme. Sonriente
como sonreiría un niño enfermo, está soñando:
Naturaleza, acunalo con calor, tiene frío.
Los perfumes no hacen vibrar sus orificios nasales.
Duerme bajo el sol, la mano sobre su pecho,
tranquilo. Hay dos agujeros rojos en su costado derecho.
(Octubre 1870)
SONETO AL AGUJERO DEL CULO
por Arthur Rimbaud y Paul Verlaine
(Traducción JUAN JOSÉ HERNÁNDEZ)
A manera de parodia de un libro de Albert Mérat titualdo "El ídolo" donde son detalladas todas las bellezas de una dama: soneto a la frente, sonteto a los ojos, soneto a las nalgas, soneto a... último soneto.
Oscuro y fruncido como un clavel violeta
respira, tímidamente oculto bajo el musgo;
el licor del amor todavía lo humedece
y fluye por el leve declive de las nalgas.
Filamentos parecidos a lágrimas de leche
lloran ante el aciago soplo que los arrastra
a traves de guijarros de abonos arcillosos
hacia el declive que los reclama.
A menudo mi boca se acopla a su ventosa
y allí mi alma, del coito material envidiosa,
cavó su lagrimal ferz, su ruido de sollozos.
Es la argolla extasiada y la flauta mimosa,
tubo por donde baja el celestial confite,
Canaan femenino de humedades nacientes.