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la memoria de aquí y de allá
Alejandra
Pizarnik
Nació en Avellaneda en 1936. Hija de padres judíos que llegaron al país desde Ucrania huyendo del horror nazi que ya había diezmado a gran parte de la familia.
En 1954 ingresó a la facultad de Filosofía y Letras. Abandonó ambas carreras para estudiar pintura con el surrealista uruguayo Juan Planas.
En 1958 se radica en París, publica Árbol de Diana (1962) y trabaja en la revista Cuadernos y alguna editoriales francesas. Publicó poemas y críticas en varios diarios, tradujo a Antonin Artaud, Henri Michaux, Aimée Césarire e Yves Bonnefoy, y estudió historia de la religión y literatura francesa en la Sorbona. En Argentina, publicó asiduamente en la revista Sur, la cual fundara Victoria Ocampo.
Entre los autores y personalidades que compartían desde extensas tertulias a prolongadas recorridas a librerías y hasta con muchos de ellos, profundas relasianes se encuentra la escritora Olga Orozco, a quien reconoció como su madre literaria; Julio Cortázar, Silvina Ocampo, Fernando Noy, Octavio Paz, César Aira, Diana Bellessi, Adolfo Bioy Casares, entre otros.
Su búsqueda en la palabra la abarca por completo, dejándola inmersa en un universo que la apartaba cada vez más de la sociedad, o al menos de ciertas normas preestablecidas. Su riquísimo imaginario crea una literatura impregnada de un estilo personalísimo. Sin embargo sus obras fueron más aplaudidas en gran parte de Europa que en su propia tierra.
Tras algunos intentos de suicidio e internaciones en el hospital Pirovano, donde escribiría “... y como he soñado tanto que ya no soy de este mundo, / aquí estoy, entre las inocentes almas de la sala 18, / persuadiéndome día a día / de que la sala, las almas puras y yo tenemos sentido, tenemos destino...”. Se suicida el 26 de Septiembre de 1972, mientras pasaba un fin de semana fuera de la clínica psiquiátrica. Su obra poética está dominada por los temas de la niñez y la muerte y entre ambas la escritura, ese templo inhabitado y por nadie poseído que refleja la ausencia de lo expresado. Refleja su poesía un desgarrador proceso creativo.
Publicó: La Tierra más ajena (1955), La Última inocencia (1956), Las aventuras perdidas (1958), Los trabajos y las noches (1965), Extracción de la piedra de la locura (1968), Nombres y figuras (1971), El Infierno musical (1971), Los pequeños cantos (1971), así como su trabajo en prosa La Condesa Sangrienta (1971). En 1982 se editó Zona prohibida e incontables volúmenes que rescatan parte de sus diarios, correspondencias y dibujos.